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“Siéntate” y “quieto”: Cómo los perros comprenden las órdenes humanas según la ciencia

  • Foto del escritor: Jorge Silva
    Jorge Silva
  • 7 oct 2024
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 11 nov 2024

Un estudio reciente muestra cómo los animales de compañía logran comprender las indicaciones que reciben, y se adaptan a un ritmo cerebral más pausado.



La capacidad de los perros para comprender nuestras palabras no se basa únicamente en la familiaridad; han evolucionado para adaptarse al ritmo y al tono del habla humana, lo que facilita una comunicación más efectiva.


Este fenómeno, descrito en un artículo por Déaux y su equipo, se conoce como "habla dirigida a perros" (DDS, por sus siglas en inglés). Se trata de una versión adaptada del lenguaje que empleamos al comunicarnos con los perros. A diferencia del lenguaje que usamos entre adultos (ADS), el DDS tiene un ritmo más pausado y un tono más agudo. El estudio revela que, al hablar con nuestras mascotas, reducimos la velocidad del habla a unas 3 sílabas por segundo, lo cual coincide mejor con la capacidad de los perros para procesar sonidos.


Además del ritmo, los investigadores también analizaron cómo los perros interpretan los sonidos en sus cerebros utilizando electroencefalografía (EEG). Descubrieron que, mientras los humanos emplean un ritmo cerebral conocido como theta (de 4 a 7 Hz) para seguir las sílabas del habla, los perros utilizan un ritmo más lento, denominado delta (de 1 a 3 Hz), para procesar los sonidos.


Esta diferencia resulta fundamental para comprender cómo los perros perciben nuestro lenguaje, ya que su procesamiento auditivo está adaptado a ritmos más lentos, alineándose con su propio ritmo vocal.


Comandos simples como "siéntate" o "ven" son más efectivos con los perros porque se ajustan a su ritmo auditivo natural, que es más lento en comparación con el de los humanos, según los resultados del estudio.


Aunque existen diferencias en el ritmo cerebral entre perros y humanos, los perros logran entender nuestras órdenes. El estudio reveló que comandos simples y cortos, como "siéntate" o "ven", son especialmente efectivos porque se alinean con su capacidad auditiva. Lo importante no es solo qué decimos, sino también cómo lo decimos. El ritmo y la entonación de nuestro habla, conocidos como prosodia, son fundamentales para que los perros puedan comprendernos.


Este ajuste en la comunicación entre ambas especies no es casual; es el resultado de miles de años de evolución conjunta. Los investigadores sugieren que la domesticación del lobo, que comenzó hace más de 15.000 años, favoreció el desarrollo de habilidades específicas para mejorar la cooperación entre perros y humanos. La capacidad de los perros para entender nuestras órdenes no es simplemente una reacción a los sonidos, sino que parece haberse adaptado a nuestra forma de comunicarnos a lo largo del tiempo.
















Curiosamente, este ajuste en la forma de hablar no es exclusivo de los perros. Un fenómeno similar ocurre cuando los humanos se comunican con bebés, adaptando el ritmo y el tono de su voz en lo que se conoce como "habla dirigida a infantes" (IDS, por sus siglas en inglés).


Aunque el IDS y el DDS comparten características como un tono elevado y un ritmo más lento, el habla dirigida a los perros se ajusta de manera más específica a las limitaciones auditivas de los canes, adaptando el ritmo para facilitar su procesamiento.


Otro aspecto interesante descubierto en el estudio es que no se encontraron grandes diferencias en la capacidad de vocalización de los perros en función de su raza o tamaño. Esto sugiere que el ritmo de comunicación es bastante uniforme entre los perros, aunque el contexto y la familiaridad con su dueño también influyen en cómo responden a las órdenes.


El estudio, titulado *Dog–human vocal interactions match dogs’ sensory-motor tuning*, confirma que la comunicación entre humanos y perros ha evolucionado para alinearse con sus respectivas capacidades sensoriales y motoras.


Mientras los humanos adaptan su manera de hablar para facilitar la comprensión de los perros, estos utilizan su propio ritmo cerebral para procesar y responder a nuestras indicaciones. Según el equipo de Déaux, esta interacción única entre ambas especies ha sido perfeccionada durante miles de años de convivencia y cooperación.



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